Actuación de Peret en La Música Contada

Actuación de Peret en La Música Contada

Escrito por: Curro Arenillas    16 abril 2010     4 minutos

Encantados de la vida. Así salimos ayer del Teatro Cánovas de Málaga los que tuvimos la suerte de asistir al encuentro con Peret en el marco del ciclo La Música Contada. Posiblemente, más de uno de los numerosos jóvenes que se dieron cita en el teatro no habría escuchado en su vida al artista, mientras que otros muchos sí lo habrían hecho sin que acabara de llegarles. No en vano, ante todo, la rumba es ligereza, alegría, un poco de Carpe Diem cuando nos invitan a todo lo contrario.

Sin embargo, teniendo enfrente a este auténtico animal escénico, es imposible permanecer indiferente. Peret transmite calor y sabiduría a partes iguales, como un gran patriarca de los de antes. Sentadito, con una guitarra prestada y unas pocas de botellas de agua a mano, el padre de la rumba catalana comenzó a desgranar su vida, que es de lo que se trata en esta iniciativa, invitando constantemente a participar al público.

Agradecido por la calidez con que se trata a determinados artistas en el sur, así como por la asistencia, lo primero que hizo fue dejar claro el porqué de su éxito. Para empezar, señalando que «todo lo grande y lo fenómeno que soy es 1,74», esto es, su altura. A continuación dejó claro cuál es el secreto de su éxito. Primero al apuntar que «no vengo a promocionar mi disco», recién salido al mercado y del que no tocó ni un tema, y que su secreto ha sido siempre dar lo que tiene, sin más.

De ahí nos trasladó a su infancia, a los corrales de Mataró, y enlazando con el relato su propia banda sonora. La primera muestra fue un cuplé, interpretado cuando, junto a su prima y bajo la denominación ‘Hermanos Montenegro’, ganó a los 12 años un festival para jóvenes artistas. Posteriormente, llegarían los viajes a América, Eurovisión, el abandono de los escenarios, el retorno, la actualidad.

Entre una cosa y otra, siempre con humildad, fueron cayendo sus grandes canciones, algunas pedidas por el público y otras por cuenta propia, caso de El gitano Antón, Borriquito o Saboreando. Todas ellas acompañadas por los coros y las palmas del respetable, así como por la percusión que Peret es capaz de sacar de una simple guitarra, toda una variedad de la que estaría orgulloso el mismísimo Tito Puente y que dejó boquiabiertos a los que nunca lo habíamos visto de cerca.

Como no podía ser de otra forma, también hubo tiempo para aclarar las dudas del público en torno a distintos temas. Lo más interesante es que, para los que no lo sabíamos, el maestro nos desveló la composición de la rumba catalana, su criatura, de la que pretende abrir una academia en su tierra y que amenaza (esperamos que lo cumpla) con traer a Málaga. Según Peret, tiene una parte de rock (de ahí bebe principalmente la percusión), ya que se declaró ferviente seguidor de otro monarca como él, Elvis Presley. Y la cosa sigue entre reyes, en este caso el del mambo, Dámaso Pérez Prado, cuyos metales intenta imitar con la guitarra. El conjunto, finalmente, lo completan las palmas y el ventilador, del que también dio alguna clase.

Por último, tras recordar a Gato Pérez y recomendarnos a todos que nos amáramos (Peret no puede evadirse de su condición evangélica, igual que otros no pueden hacerlo de su condición de burgués o yonki), el rey de la rumba interpretó temas en catalán, gallego y caló, y al serle requerida interpretó su canción preferida, una cuyo nombre no recuerdo (tampoco si lo llegó a decir) pero que por los arpegios, recitados y la actitud combativa recuerda a Atahualpa Yupanqui. En ella Peret dejó clara, de forma emotiva, su posición ante esta vida y por qué ha llegado a donde está. De propina, antes de despedirse, el maestro dejó una recomendación para la posteridad que sus seguidores (cuyo número seguro que aumentó considerablemente ayer) trataremos de recordar: «Si no lo has hecho aún, ponle música a tu vida». Que así sea.

Más información | La Música Contada


Comentarios cerrados