Crónica: La Oreja de Van Gogh en Valladolid

Crónica: La Oreja de Van Gogh en Valladolid

Escrito por: admin    24 marzo 2010    4 minutos

El Ayuntamiento de Valladolid organiza “Valladolid vive la música”, un ciclo de conciertos que, desde el año pasado y en pequeños recintos, acerca al público grandes estrellas de la música en un ambiente más íntimo y cercano, en contraste con la masificación a la que nos tiene acostumbrados este tipo de espectáculos.

De esta forma, nos han visitado artistas de la talla de Amaral, Joan Manuel Serrat, Fito Páez, Luis Eduardo Aute, Pablo Milanés ó Ricardo Arjona. El último en hacerlo ha sido La Oreja de Van Gogh, concierto al cual Miusyk ha podido asistir invitado por la organización como medio de prensa.

El Teatro Calderón, el coliseo vallisoletano por excelencia y sede de las galas del prestigioso festival de cine “SEMINCI”, fue el lugar escogido para el acto. En su desnudo escenario transformado en una cámara oscura, se alzaban los instrumentos musicales. Unas alfombras sobre las tablas como único recurso decorativo del espacio. Ningún otro elemento que distrajera la atención de lo realmente importante: la música.

El patio de butacas y los palcos se encontraban prácticamente llenos. Cerca de mil doscientos espectadores que abarcaban todas las edades. Niños con sus padres, personas mayores, una mayoría de jóvenes, adolescentes con pancartas (“Os queremos” decía una), y por supuesto, el alcalde de la ciudad Francisco Javier León De la Riva.

Personas que disfrutaron de lo lindo con los temas más sonados de los donostiarras. Temas que han llevado a La Oreja de Van Gogh, a lo más alto del panorama musical. Y es que si de una cosa puede presumir sus integrantes, es de no haber perdido la esencia musical que los ha caracterizado, y que los ha llevado al éxito, a pesar de un cambio tan significativo como es el de su vocalista.

Es ese ritmo, esas melodías, y ese buen hacer en sus canciones, lo que ha llevado a que la ausencia de Amaia Montero no se notase tanto como cabía esperar. De hecho, nadie la echó en falta. Leire Martínez aporta al grupo una frescura y una simpatía dignas de mención. La joven vocalista se ganó al público con sonrisas, miradas cómplices, guiños y lanzamiento de besos. Incluso una niña pequeña, subió al escenario para recibir el suyo personalmente.

” ¡Guapa, guapa!”, la coreaban continuamente desde todos los rincones de la sala, a medida que iba entonando las canciones con las que sus compañeros la dieron a conocer: “Inmortal”, “Europa VII”… intercalándolos con temas de la anterior etapa de la formación como “Rosas” o “Puedes contar conmigo”.

Uno de los momentos más emotivos de la gala fue cuando la formación dedicó el tema “París” (“dime dónde has ido, dónde esperas en silencio, amigo”) a la memoria del escritor vallisoletano Miguel Delibes, recientemente fallecido. Pero sin duda, el momento cumbre fue cuando Leire, acompañada únicamente del piano, comenzó a entonar “Si fuera más guapa, y un poco más lista, si fuera especial, si fuera de revista…”

Las pocas voces que querían acompañar a la cantante fueron silenciadas y un respetuoso silencio comenzó a inundar la sala. Algo mágico ocurrió en aquel teatro a medida que la melodía de “Jueves” se iba desarrollando. “…ya estamos llegando, mi vida ha cambiado, un día especial este 11 de marzo…”. Y con las últimas notas musicales, el silencio se vio roto con un clamoroso aplauso.

Tras este tema, los donostiarras arrastraron al público de nuevo al desenfrenado ritmo de “Pop, con el que toda la sala se puso en pie y ya no volvió a tomar asiento. Hasta el alcalde, contagiado por sus conciudadanos comenzó a saltar y dar palmas como un adolescente más.

Cuando la fiesta está en todo lo alto, la formación se despide con un rápido “Hasta siempre, Valladolid” y hace mutis por el foro. Comienza el típico juego del “Otra, otra, otra”, y los donostiarras se hacen de rogar. Pero claro, al final, salen. Y tocan “20 de enero”, y después “El último vals”, y dejar el pabellón bien alto, con “La playa” ponen fin a más de hora y media de ritmo y música en estado puro.

En el instante final, y mientras la formación saludaba al público asistente, el proscenio del escenario se llenó de vallisoletanos deseosos de recibir el saludo personal de Xavi, Harit, Álvaro, Pablo y, por supuesto, Leire.

Ángel J. Blanco

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