Harris y Smallwood repasan el éxito de Iron Maiden en Estados Unidos
Steve Harris y Rod Smallwood han recordado cuánto les costó a Iron Maiden triunfar en Estados Unidos. Te contamos cómo fue su experiencia rescatando esta entrevista de hace unos años publicada por la revista Classic Rock.
Fue en 1981 cuando el grupo tocó por primera vez en el teatro del hotel Aladdin de Las Vegas. Indicaba Harris que «estábamos tocando en sus caras y les gritábamos «levantaos del asiento». El personal pensaba «¿qué coñ* es esto?». Así fueron los 10 primeros segundos de nuestra gira por Estados Unidos. Siempre hemos seguido así y hemos mantenido la misma actitud a lo largo de los años».
Continuaba subrayando que «nunca nos obsesionamos con triunfar allí. El plan era ir a tocar y darlo todo tanto si gustaba como si no. Afortunadamente para nosotros, lo que hacíamos les gustó. Es más, les encantó. Siempre fue un reto. No hacíamos las cosas como todo el mundo. Quizá por eso estamos aquí todavía».
Es Smallwood el que reconoce que «mi convencimiento, y el de Steve, sobre el éxito que íbamos a tener era total. A principios de los 80 no había medios especializados en el heavy metal y siempre escuchaba que las emisoras de radio no iban a poner nuestros temas. El primer disco de Maiden vendió 60 000 copias gracias al boca a boca. Sabía que si la discográfica americana nos apoyaba conseguiríamos nuestro propósito».
La primera gira les llevó a ser invitados especiales de algunos músicos como Jimmy Page. Terminaban su concierto, iban a tomar algo y aparecían mujeres por todas partes. Harris reconoce que «era surrealista. Nos metíamos en todo tipo de problemas. Éramos jóvenes y nos impresionaba todo. Pensé «Dios mío, me quedan dos meses así. Voy a terminar muerto»».
Telonear a Judas Priest como habían hecho en el Reino Unido era una idea que no les acababa de cuadrar. «estábamos totalmente en contra, ya que la gente iba a ver a Priest. Nadie nos conocía, pero nos subimos al carro. Desde el principio fue fantástico y comenzamos a pensar que podríamos tener éxito».
Dave Murray se suma a la conversación reconociendo que «Foreigner y REO Speedwagon estaban sonando todo el día en la radio. Quizá había espacio para nuestros temas también. De la gira me acuerdo que dormíamos donde podíamos con las almohadas que robábamos en los hoteles. Durante el día no era nada fácil, pero esos 45 minutos cada noche lo eran todo».
Paul Di’Anno comenzó a abusar del brandy y de las sustancias, lo que terminó con su salida de la banda tras el magistral Killers. El propio Harris no pierde la ocasión para indicar que «teníamos mucho tiempo para no hacer nada y eso no es bueno. Siempre era el tipo que les recordaba por qué estábamos allí. Era complicado al ver que cada uno eligió una dirección y al comprobar que el alcohol había entrado en juego. Siempre pensaba «no perdamos la concentración». Habíamos convertido nuestro sueño en realidad, pero Paul parecía no pensar igual. Nunca me han interesado las drogas y respeto a quien las consume, pero siempre que no fastidie el concierto que era, precisamente, lo que hacía Paul cada noche».
Fue el 29 de agosto cuando Smallwood y Harris se fueron a ver a Samson tocar en el festival de Reading y cuando le propusieron a Dickinson que se uniera a la banda. El propio Bruce les dijo que no iba a ser como el cantante anterior.
La edición de The Number of the Beast (1982) les llevó de nuevo de gira a Estados Unidos. Muchos fanáticos declararon que era una alabanza al diablo, Harris recuerda que «no se molestaron ni en leer la letra del tema que le da título al disco. Es imposible debatir con gente así, nunca hay que bajar a su nivel». Con 105 conciertos en todo el mundo y 384 000 discos vendidos, el grupo se preparaba para editar Piece of Mind, su cuarto disco.
La gira se saldó con 80 conciertos. Es Smallwood quien indica que «no vendimos tantos discos como para tocar en grandes recintos. Nos llevamos a Saxon y a Fastway como teloneros y también metimos a Onslaught. En Seattle vendimos 11 000 entradas y llenamos por primera vez el Madison Square Garden. Supimos que habíamos conseguido nuestra meta».
La edición, en septiembre de 1984, de Powerslave les embarcó en una gira monumental por Estados Unidos (sigue siendo la de más conciertos en toda la historia del grupo). Dickinson declaraba que «no creo que me afectase que la gira fuera tan larga. El problema era que tocábamos en lugares en los que a la gente no le interesaba nuestra música. Éramos un circo más y llegué a odiar eso. Al final de la gira pensé «si no les importamos, por qué nos molestamos en tocar». En un concierto cambié el tema de «22 Acacia Venue» y canté sobre una quesería. No le importó a nadie. Creo que la gente pensaba que éramos un espectáculo más y ya está».
Indica Ron «teníamos que haber cortado la gira antes, fue un error. Estaba impaciente por ver cómo la gente iba admitiendo nuestra música cada vez más. Cuando tocas como cabeza de cartel te exiges más física y mentalmente. Pensé que era lo mismo que compartir cartel con otras bandas, pero no era así».
Termina este periplo en 1986 cuando el grupo comprueba que la escena de Los Angeles está cambiando y cuando Lars Ulrich visita a Ron en su apartamento para llevarle la primera mezcla de Master of Puppets. El representante reconoce que había que apoyar a las bandas nuevas, pero «no íbamos a echarnos a un lado para que otro nos pasara por encima». En esas siguen después de más de 40 años de éxitos. Que sea por mucho tiempo.
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