Ryan O’Donell, entrevista en exclusiva para Miusyk (III)

Ryan O’Donell, entrevista en exclusiva para Miusyk (III)

Escrito por: David López   @FyDescritura    6 abril 2013     6 minutos

Entrevistamos al actor que protagonizó el musical de The Who "Quadrophenia" que ahora acompaña a Ian Anderson en su Thick as a brick 1 y 2 tour. Extensas respuestas de uno de los mejores intérpretes del rock actual.

El actor y cantante nos cuenta en esta parte de la extensa entrevista cómo contactó con Ian Anderson y cómo fueron los ensayos de la actual gira en la que se interpretan Thick as a brick 1 y 2. Igualmente analiza el show y sus partes favoritas del mismo.

-Tras la gira llegó el proyecto con Ian Anderson. ¿Cómo contactó contigo? ¿Eras fan de Jethro Tull?

Mientras representaba la citada obra mi padrastro me pasó una copia de Aqualung y me sugirió que lo escuchara, él era un gran fan del disco. Escuché las primeras canciones del disco y debo admitir que la canción que le da título me pareció un poco irritante.

Realmente nunca me llegó a enganchar hasta mucho tiempo después. Ahora me encanta ese disco, «Mother Goose» y «Up to me» son mis temas favoritos. Sin embargo Thick as a brick me enganchó desde el primer acorde. Me encantan los discos que suponen un viaje épico para el oyente.

Ian vino a ver Quadrophenia en Bath para apoyar a John O’Hara que había hecho los arreglos de la obra. En ese momento él estaba buscando a alguien para el grupo que iba a formar parte de la gira actual, creo que John le recordó mi trabajo en Quadrophenia.

John me mandó un correo electrónico para explicarme que Ian contactaría conmigo. Luego fue el propio Ian el que contactó y me invitó a su casa para que escuchara el material con el que estaba trabajando. El resto es historia.

Thick as a brick es un disco muy complicado de tocar en directo y también de cantar. ¿Cómo te acercaste a este disco para ensayarlo e interpretarlo?

Tras cantar Quadrophenia entero dos veces al día he de decir que Thick as a brick no te exige tanto a nivel vocal. No quiero decir que no haya en el hecho de cantarlo detalles importantes o que no sean necesarias ciertas habilidades para hacerlo.

Lo peor para mí, una especie de lucha conmigo mismo, fue darme cuenta de que en TAAB hay versos que tienen el mismo ritmo pero ritmos distintos. A menudo me equivocaba de verso a la hora de cantar.

Escuché el disco muy poco durante el proceso, cuando tenía un hueco lo hacía. ¡En mi iPod no había nada más durante tres meses! Creo que me aproximé al disco como un fan y quizás por eso lo hice todo con cierto sentimiento de nostalgia.

Intenté no ver vídeos antiguos de Ian. Sólo leía críticas y reseñas de sus shows y nunca quise imitar a Ian como actor. Sí quise mantener la misma intención que él tenía. Sin embargo la música es de ese tipo de música que te lleva a moverte como un poseso por el escenario.

-¿Qué te aconsejó Ian cuando comenzaste a ensayar para la gira y cómo se sintió cuando vio a otra persona cantar sus letras?

La verdad es que ha sido un gesto muy valiente por parte de Ian el permitir que otra persona ocupe su espacio en el escenario. Intenté respetar esa valentía y trabajar de una forma tan espontánea como era posible.

Era un acto de equilibrio con el otro plato de la balanza. De forma innata soy un actor espontáneo cuando interpreto una escena o ante la cámara. Algunos actores trabajan sobre la base de que si dan el 100% la representación será muy buena aunque eso signifique hacerle sombra al resto del elenco y oscurecer un poco su trabajo.Creo que trabajar en común con otra persona es más efectivo.

Sin embargo, trabajar en Quadrophenia me hizo darme cuenta de que la actuación de una persona en un show de rock requiere que estés todo el tiempo dando el 100%. La verdad es que apenas hay tiempo de equilibrar la balanza, cuando no es mi turno de excitar a la audiencia es el de Ian.

-Sobre la coreografía y el show en sí mismo, ¿estaba ya todo diseñado por Ian o pudiste decidir qué hacer en cada parte del concierto?

Ian estaba, sorprendentemente, muy abierto en lo que refiere a la coreografía del concierto. Durante los ensayos tenía muchos aspectos que perfilar y apenas tenía tiempo para observar qué hacía yo. Realmente sólo antes del estreno quizás hubo alguna sugerencia sobre lo que quería. Los distintos momentos de «coreografía» se fueron añadiendo durante la gira.

Meses después de comenzarla Ian hacía algunos movimientos y nos sugirió a David (Goodier, bajista) y a mí que le siguiéramos. ¡No os sorprendáis si para el próximo mes de octubre os encontráis con toda una coreografía durante uno de los solos de órgano de John!

-Los conciertos son muy intensos y en la primera parte estás la mayor parte del tiempo o cantando o actuando. ¿Llega a ser agotador tu trabajo? Para nosotros hay demasiados detalles a los que hay que estar atentos y nos pareces como el conector entre las distintas piezas de este puzzle de locos.

La primera parte de los conciertos es como entrar en un torbellino. Sólo cuando llega la parte de la revisión de la próstata puedo pararme a pensar en qué ha pasado para entrar de nuevo en el torbellino. Para mí la primera parte pasa en un segundo. Es una gran sensación. Al final de los dos primeros meses de gira pude llegar a sentirme algo más confiado con lo que hacía.

A partir de ahí he tenido momentos en los que he intentado cambiar algunas cosas para mantenerme centrado en lo que hago y con la energía a tope. El público del final de una gira tiene derecho a sentir la misma energía que al inicio de la misma.

La segunda parte del concierto es quizás más tranquila para ti aunque sigues siendo muy importante en el desarrollo de la misma. ¿Podrías decirnos cual es tu canción favorita y tu parte favorita de esta parte del show?

Mi momento favorito de esta parte del show es cuando estoy en el escenario durante «Change of horses». Aunque no toco ningún instrumento es un momento en el que me siento como un miembro más del grupo. Puedo ser testigo del apoyo y de la atención que se prestan los miembros del grupo. Normalmente estoy corriendo de aquí para allá o intentando que el público le preste atención a los músicos. Ese momento es precioso.También me encanta la melodía que canto con Ian al final del concierto «what ifs, maybes and migh have been’s». Es un verso en el que nuestras voces se mezclan de forma muy hermosa.


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