Bicentenario de Schumann, un romántico de vida y obra (I)

Bicentenario de Schumann, un romántico de vida y obra (I)

Escrito por: Ramiro Ayala    8 junio 2010     2 minutos

Visto lo visto, casi se podría haber considerado este 2010 como «año del romanticismo», a tenor de las dos efemérides bicentenarias que coinciden en pocos meses. A las distintas celebraciones de los 200 años del nacimiento del polaco Fréderic Chopin se unen los dos siglos que hoy cumpliría el genio del romanticismo Robert Schumann.

Y es que tal día como hoy, un 8 de junio de 1810, Robert Alexander Schumann nacía en la ciudad sajona de Zwickau. Hijo de un editor, el joven Robert pronto mostró un interés manifiesto por la literatura -tanto por autores de su patria, como Richter, Schiller o Goethe como por los clásicos de la antigüedad- y por supuesto, por la música, con sus primeras composiciones a la temprana edad de 7 años.

Este doble interés por las artes escritas y sonoras se manifestó en las notables aportaciones de Schumann a la crítica musical y a la estética de la música, disciplinas en las que se puede decir que creó escuela. Aunque como buen romántico inició su carrera como notable pianista, las desagradables secuelas de una enfermedad en su mano derecha le inclinaron pronto por el camino de la composición, terreno en el que destacan sus obras breves para piano, como las que componen el Carnaval, sus cuatro sinfonías o los conciertos para diversos instrumentos solistas.

En consonancia con el espíritu de la época, la vida de Schumann fue un constante altibajo de creatividad y de desequilibrio psíquico, provocados por una enfermedad maníaco-depresiva, que le sumía en profundas crisis acompañadas de alucinaciones y que afectaban a su proceso compositivo. Los intentos de suicidio (intentó tirarse al Rihn en 1854), la complicada relación con su esposa -y excelente pianista- Clara Wieck y sus cada vez más continuos brotes psicóticos le llevaron a ingresar en el asilo Endenich, cerca de Bonn, donde fallece a los 46 años víctima de un colapso neurocirculatorio.

Vía | El Correo.com