Reeves Gabrels repasa sus vivencias con Bowie y The Cure

Reeves Gabrels es un guitarrista que ha sabido imprimirle su estilo a la música de Bowie y de Smith. En una entrevista concedida a Guitar Player repasa sus vivencias.
«Recuerdo que era el cumpleaños de Robert Smith y estábamos a punto de tocar en un campo de fútbol de México D.F. Minutos antes, posamos ante Susan, mi mujer, para hacernos unas fotografías. De pronto, notamos que ella empieza a moverse como si estuviera en un barco, pero también nosotros nos movíamos hacia delante y hacia atrás. Ella se iba a la izquierda y nosotros a la derecha, era muy extraño».
«Entonces nos dimos cuenta de que estábamos en pleno terremoto. El público estaba histérico y no dejaba de gritar. Aquello pintaba muy mal, pero todo se calmó y tuvimos que decidir si tocábamos o no. El público no se fue y Robert me miró y me dijo «vives en California, ¿sabes si esto se repite al poco tiempo?». Le respondí que no lo sabía y que es algo impredecible. El promotor nos dijo que esperásemos media hora. Terminamos saliendo al escenario y el público enloqueció, aunque esta vez era por vernos».
«El cumpleaños de Robert fue una fiesta y tocamos cuatro horas sin descanso. Tocamos todas las que nos sabíamos. Mi actitud era «si no me muero teniendo se**, prefiero morirme en el escenario». Tras el concierto me dijeron que el terremoto se había repetido con menor intensidad. Podría haber sido un mal concierto, pero fue increíble».
Su mejor concierto fue el que dio en octubre de 1991 con Tin Machine en el Oslo Concert House. «Fue enorme porque siempre estaba buscando nuevas fórmulas para que mi guitarra sonase distinta. David solo me dijo «sube el volumen y no toques los mismos solos que en el disco». Fue un sueño para mí. Conecté un cable a un procesador y cada vez que tocaba el jack hacía sonidos distintos. Parecía un predicador pasándole el cable a los que estaban entre el público. Sabía que ninguno se iba a electrocutar, pero los sonidos que salían de los amplificadores eran increíbles. Cada vez que le retiraba a alguien el cable le decía «estás curado». Estuve así cinco minutos, entre el público y haciendo algo distinto».
«Mientras tanto, David estaba sentado en la plataforma de la batería fumándose un cigarro y con cara de póquer. Sabía que me estaba diciendo que siguiera y después del concierto me dijo «fue increíble, no esperaba que lo hicieras». Fue una revelación que cambió mi manera de tocar».
El peor concierto de su vida lo dio en 2006. Se mudó de Los Angeles a Nashville y fue justo antes de entrar en The Cure. «Engordé muchísimo, me dejé la barba y la melena y parecía un tipo de Alabama. No me reconocía nadie. Toqué con Brandon Giles, un tipo con el que todo era mus fácil. Iba a tocar temas de Hank Williams y algunas canciones propias. Un día, estábamos en Arkansas delante de 50 000 personas».
«La peña estaba allí con sus cervezas, sus chuletas y demás. Salimos a tocar temas de rockabilly con pinceladas de ZZ Top. Brandon estaba cantando y tocando como nunca. En un momento dado, me grita «Reeves, haz el solo». Me voy para delante, pulso el pedal y hago el solo. Ese era el plan, pero el cable se quedó atascado en mis botas y se salió de la guitarra. Al darme cuenta de que no sonaba, la gente se quedó mirándome. Segundos más tarde, conecté el cable. La culpa fue del cable, no mía (risas)». Grande Gabriels al que esperamos ver por aquí en otoño con un nuevo disco de The Cure bajo el brazo.
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