Roberto González, primer aniversario de su muerte
Trescientas sesenta y cinco cruces nos han caído encima desde que Roberto entonara su última canción hace hoy un año. Málaga llora la pérdida de uno de sus grandes filósofos callejeros y sus fans seguimos viéndole en cada esquina de la ciudad, en sombras que recorren las plazas que él se fumaba y en la brisa fresca que corre junto a su amado Guadalmedina.
Roberto era el cantante de Tabletom para la mayoría de la gente y para una inmensa mayoría era muchísimo más que eso. Su forma de vivir la vida, su alegría, su bonhomía, su eterna carcajada, sus abrazos y sus besos siguen siendo el cañón de combustible que nos queda a algunos para seguir adelante en un mundo cada vez más difícil sin su presencia.
Muchos ni nos hemos olvidado ni nos vamos a olvidar de él jamás. Paco Roji organizó en febrero unas jornadas en su honor y sigue mantiendo viva la memoria de Roberto en su web , Margarita sigue ofreciéndonos fotos del genio en su Facebook, Jarrillo Lata (a los que entrevistaremos en breve) le han dedicado una canción en su nuevo disco y artistas como Kiko Veneno, Luz Casal, Raimundo Amador o Lamari de Chambao han hablado maravillas de él en un suplemento que editó ayer el diario Sur.
Para entender la importancia de Roberto podemos escuchar sus discos con Tabletom, hablar con sus amigos, leer sus entrevistas e intentar aprender algo más de esa casi religión que él se encargó de predicar. En una entrevista, publicada por Sur en 1997, Roberto resumía su filosofía de vida con estas palabras «mis ambiciones no son materiales: he ambicionado, tener buenos compañeros, un buen equipo y que la banda suene bien. Y la fama y el dinero, si llegan, bien, porque en esta sociedad, si no tienes un duro, todo el mundo te mira malamente, y eso no le hace gracia a nadie».
Hoy más que nunca Roberto Vive. Te echamos de menos maestro. Sigue iluminándonos el camino a seguir.