Tabletom, crónica de la presentación de su nuevo disco en Málaga

Tabletom, crónica de la presentación de su nuevo disco en Málaga

Escrito por: David López   @FyDescritura    23 abril 2016     4 minutos

Tabletom se subían al escenario de la sala Eventual Music de Málaga el pasado 22 de abril para presentar su fantástico Luna de mayo en directo. El concierto fue un claro ejemplo de cómo la banda tiene claro que esta nueva etapa les llevará a lo más alto en lo que a reconocimiento musical se refiere.

Sin aglomeraciones pudimos disfrutar del colegueo de los miembros del grupo con la gente que había ido a ver el concierto. Al inicio del concierto hubo que ajustar un poco el sonido y poco a poco fuimos entrando en ambiente. Nos pareció bastante curioso que Salva Marina cantase a la perfección los temas clásicos de la banda, aunque «ese fisgón abstracto y timorato» no hiciera su acto de presencia en «La parte chunga», y no tanto los nuevos temas del grupo. En algunas ocasiones la letra casi se le iba pero Pepillo estaba allí para arreglar lo que hiciera falta.

Tabletom

Y fue él el que terminó prácticamente agotado al tener que llevar en solitario los vientos del grupo. Gran esfuerzo el de un músico que se sube al escenario con una gran naturalidad y que interpreta las melodías más elaboradas con una habilidad pasmosa. De Perico a la guitarra podemos decir que en los temas del último disco se salió. Al más puro estilo Zappa logró convencer al respetable y ganarse varias, y merecidas, ovaciones.

Y si los Ramírez brillaron a gran altura, poco menos podemos decir de «los becarios» como les llama Salva. Jorge Blanco se pasea al bajo por el funky, el jazz, el rock, el progresivo y lo que le echen. Es absolutamente increíble verle tocar junto a Perico y observar su maestría. Manuel Nocete a los teclados aporta una base sonora más que importante para el grupo y se marca algunos solos dignos de elogio.

Y de Niko Huguenín todo lo que se diga es poco. El suizo es un metrónomo perfecto y no sólo aporta ritmo sino también energía cuando se le requiere. Nos recordó en algunos cortes a baterías como Neil Peart en lo que a exactitud y desarrollos musicales se refiere. Un placer ver tocar a tan mágico músico en directo.Las coristas, Carmen Ramírez y Eva Montiel, le dan otro empaque al grupo que gana así en profundidad en las melodías. La percusión del gran Manolo Toro es tan acertada como su forma de entender la música.

De Salva Marina pues podemos indicar que fue capaz de sacar el concierto adelante sin que nuestros recuerdos hicieran de las suyas. Es un showman que intenta darle el protagonismo necesario a cada músico y que conecta con el público pero siempre desde la humildad, desde el buen hacer, desde esa conexión con la gente que acerca el grupo a la gente y no al revés.

Tabletom

Eso sí, hay que comentar, aunque nos pese, que ayer descubrimos los allí presentes otra virtud más de Roberto. Con sus comentarios surrealistas entre tema y tema, sus gritos, sus frases y demás lograba rebajar un poco la avalancha musical de algunos temas. Los cortes del nuevo disco de Tabletom son magníficos para los amantes del progresivo pero quizás no tanto para los que optan por otras canciones como «Pescaito frito». Quiero decir que si bien los Ramírez apuntan a bandas como Genesis, Jethro Tull y demás, a veces es necesario ese toque distinto como para quitarle importancia a la maestría y a la genialidad. Incluso Ian Anderson lo hacía en los setenta cuando vestía a técnicos de sonido de conejo para intentar quitarle seriedad al asunto.

Comprendo que no es el papel de Salva, ni de nadie, pero es la sensación que tuve. En cuanto al repertorio se agradece la recuperación de «La marihuana» y «El tigre». Se espera que sigan entrando temas antiguos en el concierto. La actuación duró dos horas y media y los allí presentes disfrutamos de una banda que empieza un nuevo periplo a pesar de llevar ya cuatro décadas en esto. Que sea por mucho tiempo más. Larga vida a Tabletom.


un comentario

  1. Nicolas A. Huguenin dice:

    Muchísimas gracias por esta excelente crónica, David!! 🙂